martes, 21 de septiembre de 2010

Las combis son entretenidas.


Hoy día. 6:00 p.m. Puerta del reloj. Universidad de Lima. La "S" pasó por mi costado y me recogió sin pensarlo dos veces. Me senté en el sitio reservado para algún discapacitado. Es mi sitio favorito, y si algún día alguien me quiere sacar de ahí, tendré que inflar la barriga para parecer embarazada. Al frente mío habían dos chicos, que subieron al mismo tiempo que yo. De la universidad, me imagino, porque estaban hablando de la práctica de química que acababan de tener. Así que tenía delante mío a un par de cerebritos de Industrial. Un hombre y una mujer. La chica del Villa María (le vi el anillo de oro representativo de las villamarianas). El chico, no sabría decirles. Llegué a la sabia conclusión de que él se muere por ella. Y creo que ese ha debido de ser el título de esta entrada. Parecían amigos y a la vez solamente companeros de aula. Él la miraba todo el tiempo, ella le hablaba mirando al frente. Ella agarraba su celular, él la seguía mirando. Ella tosía, se agarraba el pelo, un poco más y comienza a dormir. Él, la seguía mirando. Metía tema de conversación (la mayoría sobre química y física... qué asco). Ella respondía, pero no lo miraba. Comenzó a hablar por celular, él esperó a que colgara. Bastó que ella le diga algo para que él se sonrojara. Con sonrisa de oreja a oreja la contemplaba. No sé qué dijo el conductor que causó algún tipo de gracia dentro de los que estábamos. Ella se rió en el instante, él esperó un par de segundos para reirse después. "Senor, semáforo baja", dijo ella. Él, "en el semáforo?". Pobre idiota. Sí pues, lo acaba decir. Para la combi y el momento que presentaré a continuación pasó en cámara lenta frente a mis ojos. Ella se paró, ÉL TAMBIÉN. Ella se dirigió hacia la puerta (hablo como si fuera un palacio... bueno, "caminó" paso y medio para llegar a eso... si es que le podemos llamar puerta). Ella le dijo "chau" sin mirarlo y como cumpliendo solamente. Él, "chau, cuídate". Ella se bajó, él la miraba. La combi arancó nuevamente, él la seguía mirando. Avanzamos una cuadra, él tenía la cabeza 360 grados volteada y la seguía mirando. Cruzamos TODA una avenida, y su cabeza volvió a la normalidad. Comenzé a reflexionar y pensé dos cosas. La primera es que creo que les di algo de miedo porque NO los dejé de ver en ningún momento y la segunda es que siendo completamente sincera, creo que ella no se muere por él.

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